No quiero el nombre
de las mariposas caídas
ni sorprenderme por todo cuando caminas.
Cuando te acercas
ellas solo revolotean
alrededor de tu sonrisa en flor.
No es necesario plantearse
preguntas sostenidas cuando llegas
porque llegas y ya no importa el invierno.
Queda solo en entredicho el paisaje
de tus ojos que sueñan
y los restos de mi descanso en tu pecho
luego
el calor de tu cuerpo no inventado
tu sonrisa carmín todavía dormida
y yo mirándote incrédulo
cuando prosaicamente me voy a duchar
y vuelvo.