Sigo empecinado en rememorar obsesiones
y es como si ellas fueran un santo nutrimento
y miro y me descubro fundido en el lamento
que yace cual jardín de cardos y oclusiones.
Sigo eclosionado de cáscaras ya rotas
naciendo y renaciendo en falsas ilusiones
farseto resentido debajo de impresiones
que sirven de armadura tan solo a los idiotas.
¿Y qué me queda entonces? pues risas y alegrías
y alguna fiel sonrisa cubriendo el detrimento
de un cuerpo ya cansado de tanto sufrimiento
de un alma que decide vivir de algarabías...