Segó sus ojos para no mirarle
y le gritaron...loco!,
calló su boca para no llamarle
y le gritaron...loco!.
Tamaña locura de aquél
que ama en silencio.
Quien prefiere esa demencia
al confeso de gritar...Por ese amor muero!
Quién dice cómo o porqué,
¿la locura no la padecen los cuerdos?;
si cuando descubres el amor,
la locura es lo de menos.
Y le gritaron...¡loco!
y nunca antes...
estuvo mas cuerdo!