La mañana que resplandece,
en sus brazos me engrandece.
He crecido en su regazo,
y florecido en su tibio encanto.
Hoy vuelvo a su cuna protectora,
que mece en sus rayos mi encanto.
Soy mujer que vive en lucha,
por conservar su dulce agrado.
Me niego a vivir en su pena,
el sol con su calor me abraza,
y deidades me engalanan,
para avivar sus llamas.
Ruega el pino su clemencia,
llora el suelo su condena,
la fauna colorida se opaca
y en el mundo se pierde la calma.