INTIMIDADES
Sentado en un espacio de la escalera que llega a mi corazón,
me enfado con las sombras que pueblan los pasillos de mis pensamientos,
socavado y sin bríos transito por el paseo de la melancolía,
donde soy invisible entre la gente.
Fatigado, toco sin éxito la puerta del fondo de mi alma,
donde solo escucho la acústica de mí suspirar,
iluso por encontrar el rincón de la alegría,
solo me queda aferrarme a mis recuerdos.
Vencido en mi alcoba,
me abrazo a la ausencia de mi propio destino,
acariciando sutilmente el tronar del consuelo,
mientras me ahogo en un océano de dudas infundadas.
Percibo, como el cimiento de mi esencia se trastorna,
confundido trato de unir las piezas sin alcanzar el éxito,
por instantes aprecio que mis emociones no danzan al compás de mi sentir,
absorbiendo el equilibrio entre mi conciencia y mi razón.
Hastiado de la oscuridad fatídica que me rodea,
miro a través de la última gota de esperanza que me sobra,
dispuesto a resistir otras tormentas,
y lograr revivir de este sombrío cuadro que bloquea mi ser.