Ya ha prendido el quinqué
Que con su luz macilenta
Dibuja sombras extrañas
En los muros de la pieza
Canta el caldero y ya hierve
El agua con mil silbidos
Y ella con rapidez se mueve
Preocupada por sus niños
Los más pequeños rezongan
Molestos de tantos ruidos
Entonces abren los ojos
Y la miran sorprendidos
Levántense que ya es de mañana
Salgan de ahí en seguida
Es su madre quien les habla!
Y es su voz imperativa
Los gritos son de cariño
Cual matinal diana
Que los llama a la vida
Que los saca de la cama
Uno por uno a lavarse
Luego la revisión:
No te cortaste las uñas
No olvides tu bolsón
Ya salió el sol y muestra
La casa humilde y aseada
Las tazas humeando en la mesa
Alegría en la mañana
Uno por uno nos besas
Al abandonar la casa
Uno por uno aconsejas
Y nos das tus enseñanzas
“Cuida a tu hermano menor
No te rías en el aula
No te olvides tu recreo
Dios te guarde hija amada!”
El tiempo que es tan ingrato
Llenó tus sienes de canas
Te arrebató de pronto
y nos hurtó tu mirada
Al recordarte hoy día
No puedo evitar el llanto
Y deposito a tus pies
Estas flores y este canto
Mientras siga yo viviendo
Veré tu rostro en mis hijas
Y trataré que ellas sean
Tal como tú lo querrías
Ahora dejo el campo santo
Lagrimas ya no me quedan
Apenas esto fue un alto
Y regreso a mis tareas
Mañana será otro día
La vida sigue corriendo
En mi mente estarás viva
Tu recuerdo es mi consuelo