Me di cuenta que la certeza de la vida
Es el desconsiento de los sueños
Que cuando muere una caricia...
Muere también un deseo.
Quién no ha sentido jamás amigo el dolor del desasosiego,
De sentir las manos tenues de la triste soledad,
De una vida que de a poco como en una grande cascada,
Se desparrama por los lados olvidando su destino.
Es verdad que la certeza de la vida
Es el desconcierto de los sueños,
Pues si no hay una caricia que te asombre,
No te asombra ni siquiera la fugaz muerte.