Esa última noche que pasamos unidos
mientras tu cuerpo se fundía con el mío
había sentido que nada sería de vivido
igual al amor que ambos nos ungimos.
Fue un comienzo de aguas martirizadas
por brazadas de inquietudes pasionales
pero a medida que el agua se hizo calma
la profundidad cedió placeres abismales.
Durmiente se hizo tu fiereza en mi lecho
pero con música de un salvajismo fogoso
acompasando con su melodía tus pechos
sobre el despliege de un torrente amoroso.
Hinchada la excitación en todas partes
no quedaron espacios para mas explotar
socavando cada centímetro de tus artes
seductoras sin que ello lo pudiera evitar.
Erguidos los espíritus sueltos de hambre
se debatían mas movimientos de placer
recordando así que nunca sería faltante
el erotismo porque nos brillaba en el ser.
Mi atracción fue esclava de tus deseos.
Tu sexualidad era presa de este apetito.
Entre tus dos cumbres y mi vivo centro
se confabularía el amor para ser templo.
Vito Angeli