Por las mañanas cuando amanecen tus ojos
lucen un raro embeleso, a ratos dormidos,
como encantados hacia tu belleza de luna,
luego, como la aurora, entre destellos de luz
con cascadas de miradas que del cielo vienen,
y a ratos vivaces, casi destellantes,
casi coquetos, aunque perdidos y soñolientos.
Muchas veces no sé si estás conmigo
o si sólo soy parte de tu dulce sueño.