"En el diario que escribiste,/ donde hablabas de tu amor por mí,/ fue justamente esa, qué triste,/ la página que no leí".
El tren de mis sentimientos tenía que parar
En la estación donde tú alguna vez estuviste,
Llegar a ti con mucha fuerza y sin descarrilar,
Llevado por una fuerza única en su motor,
Con un combustible inagotable que es el amor,
Sin dudas, el poder más fuerte que existe.
Pero al llegar a la estación ¿dónde estabas?
No te ubiqué entre tantos y tantos pasajeros,
No eras tú la que con actitud feliz me mirabas
Ni la que se había arreglado para verse diferente,
Tampoco estabas tú para abrazarme tiernamente
Y hablarme al oído de tus sentimientos sinceros.
Esa era la estación, esa era nuestra estación
Para decidir la suerte de nuestros destinos.
Era ésa la mejor y más maravillosa ocasión
Para aclarar en nuestras vidas todos los puntos
Y asegurar que íbamos a poder caminar juntos
Y muy abrazados cada uno de los caminos.
Sabes que yo ya no podía detener ese tren,
Porque por entregarme a tu alma iba sin freno
Y en verdad, yo te creí desenfrenada también,
Disculpa si acaso de tu sexto sentido carezco,
También perdona si es que muy cursi te parezco
O si al decir estas cosas, muy estúpido te sueno.
Yo quería que me esperaras, que estuvieras ahí,
era para nosotros una importantísima parada,
Para darte todo lo que tenía guardado para ti,
Pero debo entender que no hayas venido…
No podíamos vivir los capítulos sin sentido,
De una historia que era equivocada.
Me dio tristeza comprar boleto de regreso,
Porque me vine pensando en lo que no fue,
Yo debería ser fuerte y no quejarme de eso,
Nunca ser emocionalmente débil, tan inestable,
Dejar de hablarte así, como si fueras culpable…
Cuando al fin y al cabo, tal vez todo lo inventé.
Me devolví con mi tristeza en mis manos,
Algo muy dentro de mí simplemente se resignó…
Fueron inútiles todos los esfuerzos, vanos,
Viajando en un tren que viajaba rápidamente
Para llegar a una estación con muchísima gente
…y una pasajera como tú, que nunca apareció.