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Mantener la flotación,
en suave vaivén,
sobre terraplenes de aire.
Desplazar el trino
por coordenadas al azar,
cauces de un delta aéreo
que ascienden y bajan, girando.
Ser ave,
en la total magnitud
de lo ínfimo,
significa sorber el vacío,
acometer distancias sin melancolía.
Desde el cenit, atisbar
las rutinas de la especie que depreda
construyendo moradas sobre ruinas.
Y alejarse
para no respirar sus desechos,
o caer víctima de la codicia
propia del emporio
Ser ave.
Libre. Navegante del éter.
Elevo honras a dioses de cielo y tierra
que dispusieron este aspecto,
pues soy portento veloz y menudo,
con radiante plumaje y exacto gorjeo.
Así, libo néctar
en la naturaleza que me comprende.
Intento el planeo cada vez más osado
enfrentando la crispación de los vientos,
vulnerando nubes llenas
de misterios y aguaceros.
¿Qué libertad es más completa?.
Ser ave,
dueña de alada destreza
para llegar más lejos
de lo que pueda imaginarse.
Quizás hasta el punto
en donde nacen firmamentos
y danzan las estrellas