Son tantos segundos en mi mente
los que dedico a pensarte.
Preparo el café, preparo mi soledad,
preparo mi alma a la cotidianeidad
con solo la idea fugaz de tu sonrisa pronta.
Te respiro síquicamente para mi paz
y me zambullo al charco del mundo.
Luego te encuentro, anticipada,
siempre en el mismo segundo,
mas siempre subita, anonadante.
De voz profunda, excentrica
recibo tu saludo, y guardo tu beso en mi alma
para mi consuelo del futuro dolor.
¿Cómo llegaste a ser tan amable?
Y yo me sumerjo, me escondo,
me amputo el deseo de tu mano
rozada por el amor de mis labios,
niego el deseo de querer tus brazos,
y me encojo en tus palabras
eruditas, cual si fueran ley de luz
y no me atrevo a corrompirte.
No hay angustia en quererte
pero quererte y fascinarme
es aniquilante a mi esperanza.
Por eso me siento en la luna
me congelo, hiberno
hasta que en tu corazon se encienda
una llama con mi nombre.