Amada, son tuyas estas negras en lápida albas, provienen de mis precipicios interiores, en esa vida profunda de huesos bélicos. Amada, en éste momento te pertenezco, entiende por exactitud improvista del momento ¡Vida! Una ciudad que pende de una vista, reducto de un único pensamiento, de la torre roja y bombeante de mi pecho y de nada más. Un árbol tú, una sombra tú, un ave, un auto, cientos de personas, tú. Y lo que no se ve es aún más así, cierro mis claustros orbitales, esa oscuridad tú, ese silencio desorientado tú. Amada, jadean mis vocales, en cada una de ellas tú, amada.
LRL
10-6-2011