El río es un mar de lágrimas
y esa canoa con vuelta de campana
una sonrisa ausente que ayer flotaba.
El sauce llora con los brazos caídos,
las piedras se resbalan en los pies del hombre;
y la luz se apaga cuando mas se enciende
la glotonería de un poder enorme.
Toda finitud no se tiene en cuenta
la inmortalidad parece instalarse
y en el espejísmo del agua se sueltan
las estupideces, la codicia, el hambre.