Con el tiempo me has enseñado a parir una sonrisa bajo lluvia.
Porque ese día que me despedí, sentí la agonía del adiós.
Pero solo ese día…
Miras las alas que dices ver, aunque a veces yo no las sienta y a gaché la cabeza.
A pesar de que el tiempo es como un estallido en explosión, son muy felices mis días, son muy agradecidos.
De repente, en una mirada sostenida me revelas tu cariño,
Y la endereza de tus pensamientos son mi paz, mi templo, mi bendición.
Algo testarudo, menso, estupendo, eres.
Si! , así eres!
Testarudo pero autentico,
Menso pero no estúpido,
Estupendo y mas que formidable.
Pasas por loco pero no inadvertido,
Pareces un niño,
Tu corazón transparente.
Haces siempre así, y con rebeldía tiras una sola carcajada.
Juegas agarrarme de la mano y hacerme reír,
Y todo, absolutamente todo!
Me lo arrebatas.
Todo lo corriges, lo acomodas,
Pero a tu antojo o al mío, lo mismo da.
Eres como el uno, inconcebible,
Eres como un libro incunable.
Como del frio me sacas al sol,
Como de lo opaco, obtienes el brillo,
Como a mi silencio le crear un sonido, y de mis pensamientos tejes un sueño.
Mientras se andar corre tiando por los pasillos al tiempo;
Sin sospechar… pareces Dios, estas por todas partes!
O quizás no en todas,
Pero si en todas cuanto más te necesito.
Y no siempre para una solución, siempre es solo para verte.
A veces vagos son mis días sino estas.
Pues extraño la camisa roja a cuadros,
Extraño que descifres el código,
Extraño tu ronco vozarrón al hablar,
Extraño al sabio.
Extraño la libertad.
Ingrid