Agoniza, la tarde. El
crepúsculo, trae en sus
gafas oscuras, pintado el
funeral de un pedazo del
día y enmarca, en su
mirar, los débiles reflejos
de un sol que ya se
ausenta.
Murió la tarde, de rabia,
sin que dejara penas; sus
ojos abría y abría algo así
como enfadada y, aunque
nunca dijo nada,
mostrábase angustiada
porque la inmensa
negrura su mirada
apagaba.
El afloro de la noche, hizo
que cambiara todo;
sepultó con su sonrisa a
todo un día, ya viejo,
renombrando el
surgimiento de espacio
real de tiempo y localizó a
la luna que se encontraba
extraviada.
Murió la tarde y no hay
duelo; al contrario, todos
se visten de fiesta o se van
a descansar, todo es risa y
alegría por ver la noche
llegar, porque comience la
luna a enamorar a su
mar.
PABEDIZ…
13/06/2011