Hay un río subterráneo en cada paso mío o un relámpago de carnes de abriles o tal vez los huesos bélicos del viento que vienen de donde tú estás o van de donde vienes ¡sí tan solo pudiera volar! Hay metales invisibles, en la lluvia lerda o rabiosa, timbres inalados que repican en mi pecho, invadiendo mí médula con tu voz labriega, de labor exacto. Hay un río, o dos, o tres, en cada paso mío, que arrancan de la piel del suelo jardines, edenes, lírica sofocada aguardando tus huellas abismales en ésta realidad indefinida.
LRL
13-6-2011