Un poeta nace en el mismo vientre de la madre
brota a manera de orquídea, en pausa, con luz.
Deja huella en orillas, como la espuma y el salobral en mezcla
procrea melodías, imágenes, caricias, fragancias y sabores,
fundiéndolo todo mediante la palabra.
Teje su propio camino, tal viuda negra
en séquito o en soledad, difiere el número
pues ama como doncella, como anciana y como madre.
Aprende rápido, cual cazador con hambre,
sed de vida que justifica su pluma;
su única necesidad es vestir a todos con su tinta
de esa manera puede encontrarle algún sentido a la existencia misma.
Un poeta es imperecedero
aunque sus huesos reposen en el hondo subsuelo
todo su canto sobrevive
aunque a nadie le llegue su voz.