Te espero desde entonces, con las manos entrecruzadas,
la fe como hija puta y mis plegarias imprecisas.
El Escarnio abarca ideas y creencias decadentes,
se desplazan del ser al no quiero
y regresan altivas para suscitar espanto.
Torrente tristeza despliega mi rostro,
la bondad se apaga, se exilia en lamentos
y sucumbe el alma.
Donde dices que estás, permanece sitiado por plagas
que arrasan la cosecha de amor.
No respondes,
y grito, aislado del mundo, que necesito ver tus manos creadoras
dándome pan a diario.
Pero no bastan los gritos, las plegarias o blasfemias,
tu ausencia sigue presente en la fe,
y en esta muerte encarnada y viva .