¡Vamos! Cuéntame una historia.
Una de esas con final feliz,
o al menos una donde yo pueda reír.
Es que aun no comprendo
como al pasar los días,
tú ya ni te acuerdes de mi.
¡Que tanta dicha y júbilo te cabe!
…Que puedes volver a sonreír.
Y yo, mirándote desde lejos
con la amargura ceñida sobre mí.
¿Cuándo será el día en el que de ti pase
y una sonrisa me embriague también a mi?
Solo eso te pido,
aunque en el fondo sepa que no será así.
Que por más que me cuentes,
núnca tendrá ese fin.