Se desvanece,
perece
por mis ojos,
ante mis ojos.
El cansancio
se ha cansado
de cansarme.
Me he agotado
en la gota
del trabajo.
En la gota
del rocío
hoy sonrío.
Y en tus besos
se apaga mi frío.
Tan tuyo,
tan mío.
No me cansa
el cansarme
del cansancio.
No me cansa
lo manejo tan despacio.
Yo lo arrullo en mis manos
como a un niño
indefenso y amoroso.
El cansancio que hoy siento
nace tan de adentro,
desde el alma, desde el centro
del marchito corazón,
del sufrimiento sin razón.
Y hoy una palabra me bastó.
Y el Sol, me descubrió.
Me envolvió en su núcleo sin quemarme.
Y mi vida alumbró.
Y la fuerza que sentía, resurgió.
Descubrías debilidades.
Yo el amor.