El acusado sube hacia el estrado
El juez pide que se lean los cargos
Mientras con ímpetu ya apagado
El imputado bebe un trago amargo
El Fiscal expone su teoría del caso
Con la prueba para hacerlo culpable
Sobre su esperanza cae el ocaso
Y su desesperación es tan palpable
El Fiscal comenta que el procesado
En sus veintiún años de existencia
Que a fondo han sido investigados
Siempre mantuvo una fiel creencia
Creyó en la bondad del ser humano
Y en el supremo valor llamado justicia
Se negó a pensar que creía en vano;
A continuación se presenta una pericia
Se llama a declarar al perito psicólogo
Quien relata haber atendido al reo
Aseverando que tiene esquizofrenia
E intentó volver realidad a sus deseos
Como prueba documental se introduce
Ciento treinta y un poemas escritos
Que relatan sueños, ilusiones y esperanzas
Que de a poco han ido quedando marchitos
El defensor del acusado manifiesta
Que el imputado acepta todos los cargos
Tal cantidad de prueba no ofrece respuesta
Los minutos se van volviendo más largos
Ante la pregunta hecha hacia el reo
Por si su testimonio desea rendir
El mismo se acoge al derecho al silencio
Prefiere no hacer más largo su sufrir
El Juez se prepara para dictar sentencia
Que no puede ser otra que condenatoria
La defensa no ofrece ninguna resistencia
El reo es tratado como si fuese escoria
Declarado culpable del execrable delito
De haber roto el molde con su pensar
Condenándolo así a cadena perpetúa
Solo se escucha un profundo suspirar
Dicha pena tendrá que ser cumplida
En la realidad que el reo tanto detesta
Obligado así por el resto de sus días
A acallar cualquier voz de protesta
También debe pagar daños y perjuicios
Por lo que se embargan todos sus sueños
Se da por acabado el presente juicio;
El preso se va entre miradas de desdeño
Se va a cumplir por la eternidad su pena
Aquella que le fue impuesta por el mundo
Por llevar distinta esencia en sus venas
Condenado a errar como espíritu vagabundo.
Andrés Ruiz H.