... entre la mañana fría que languidece ante el sol, entre la sombra llena de fuego y pirotecnias, en el putrefacto cielo subterráneo con olor a azufre y légano he de perseguir tu luz que apenas titila a lo lejos, amor mío, más allá de cualquier calvario, más allá de no saber las razones de este sufrimiento, mi sangre se hará desde púrpura a celeste... entonces, mi corazón verdoso de tus besos, de la caricia del viento que aún gime por tu ausencia, desvanecerá las costras de la piel que está marchita, y como rosa que se resiste a morir, retoñará, al menos por un día, para dejar la constancia de que todo vive y permanece, más allá siempre de nosotros mismos, de nuestro cansancio, de nuestros desvelos y de tantas, tantas madrugadas que no duermo contigo..., sintiéndome vacía por siempre, ignorando en donde estás, a través de los siglos de los siglos...