Atravesando el centro de mi pecho,
puñal filoso tu desprecio ha sido
veces aquellas en que me has herido
al ignorar mi amor, ¿con qué derecho?
El daño es mucho y, como ya está hecho,
no hay forma de ponerlo en el olvido
pues siendo en carne propia padecido
perenne habita al corazón desecho
y el corazón es uno si ha sufrido
que no prescinde del amargo trecho
aunque cual ave more en otro nido:
aquésto no por obra del despecho
sino antes bien porque el dolor vivido
pervive en la memoria siendo un hecho.
Elmer Cortez