SelenioE

Cita junto al arrollo

Una piedrita choca con una ventana

de una casa en un lugar muy al sur.

Es un sonido leve, pero una campanada en el pecho

siente ella. Es el amor hecho persona quien la llama.

 

Señal de acudir a la cita

en medio del campo, pero no muy lejos del pueblo.

Dos jóvenes se escapan de la vista de sus familias

y llegan a donde los árboles los ven.

¿Faltar al llamado? Impensable...

Mejor sería disolverse en la nada.

 

Los jóvenes se hallan y de la mano andan

(sobre una fina red de complicidades,

tejidas de suerte y guiños de hermana menor)

a su lugar predilecto, junto al arrollo.

 

Una colcha acomodada entre raíces.

Una cuna natural, aloja algo naciente

en las tardes de domingo, u otro momento.

Se miran largamente,

metidos de pies a cabeza en los suyo.

Siempre tentados a estar juntos,

haciendo y hablando de amor,

imitando a los grillos que cantan en sus cabellos.

 

Hombre y mujer deshaciendo las colchas,

desordenándose las ganas, arrugando la ropa.

Despeinándose, procediendo a descubrirse.

Construyendo promesas al fragor del amor.

 

El arrollo canta todavía, ellos han acabado.

Las ramas tambalean, el viento pasa de puntillas.

Acurrucados, abrazados, no se mueven.

Duermen.