Despiertas mi alma
con tus labios,
y escucho el violín
de los sueños,
y la dulce melodía de tu risa loca.
Se me agolpan las palabras que nunca te dije.
Si, si…mi alma, esta callada,
esperando tus caricias,
las caricias de tus suspiros,
las caricias de tu aroma,
esas que deja el eco de tu violín…mágico y enbriagador.
Se marchitan las rosas,
en el jardín de nuestro amor,
amor lejano y mudo,
como mudo que da el corazón,
que envejeció amandote,
como yo te amo a ti.
Se desatan los delirios y las locuras
entre besos ausentes,
que quedaron
a medio camino
entre tu boca y mis labios.
Escucho esa música
tan limpia y pura como tu amor,
la que endulza mis recuerdos
mis pensamientos
cuando te pienso y te extraño
Te amo tanto y te idolatro,
que lo divino es poco
comparado con tu inalcanzable e imposible
pero celestial amor que me domina.
Solo en la eternidad
podría saciarte de este amor
sublime y volcánico
para llenar tu cuerpo
de tempestades amorosas,
que solo tus besos y tu mirada
puede calmar y apaciguar
esta furia ansiosa de amarte.
Solo tus brazos
pueden quitarme la libertad
de amarte en la distancia
esa distancia
que nos mata de impaciencia
y aumentas nuestros deseos
de amarnos y tenernos, eternamente.
Autor Joaquín Méndez. 19/06/11.
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