Fue inútil abrirle el alma a mis olvidos.
Los he visto derrumbarse a cualquier hora del día
como mendigos por la calle de la memoria,
también los he sentido vanos,
faltos de tiempo
y expulsados al exilio de mis sentimientos
perdidos entre días y edades
mientras acumulaban funerales de recuerdos
o estatutos violentos
y quizás un ayer, una tarde, una noche.
En ellos busque enterrar despedidas,
poemas, lágrimas y me desnude el corazón
delante de sus dioses
como guerrero enfrentado a la muerte…
pero no me alcanzaron las esperanzas.
Todo fue repetitivo: las mismas soledades,
los mismos silencios absurdos
y tu mirada ardiendo en el pecho
y tu voz socavando los sueños.
Me sobraron derrotas,
me faltaron intentos