Calla, guitarra,
que está durmiendo mi niña Luna y los sueños de mi fortuna se van a despertar. Silencia, guitarra, tu canto. Quiero oírla respirar y en su palpitar, besar el beso que dejé en sus labios. Anoche, guitarra mía, dibujó una corona el cielo y al prenderse en su pelo, la noche manto lucía. Llovió, guitarra, llovió... Llovió agua bendita, dejando en la tierra escrita su total bendición. Y todo fue tras un “Te quiero”. Todo fue tras aquel beso. Todo fue, guitarra, ensueño y no lo quiero olvidar. Quiero seguir siendo el lucero que le dé luz cada noche y montaña que la esconde, guitarra, al clarear… Creo que está despertando. Guitarra... Espera un momento. Las manos pídele al viento y que se acople a mi cantar. Y si no vuelvo, guitarra,
habrás de templar sola tus cuerdas
y, a la aurora,
un concierto hacer sonar.
Tú sabes cual yo quiero.
Guitarra... Me voy, no espero.
Mi niña Luna despierta.
De la montaña se aleja.
He de vestirme de lucero
y con mi estela alumbrar
la vereda del sendero
que hace camino… Al amar.
¡Un beso, guitarra, me voy!
Dile al viento, compañera,
que taña su mano derecha,
y con la izquierda, fije acordes...
¡El concierto ha de empezar!.
Escucha guitarra...
Ya está aplaudiendo la mar