He bebido el zumo dulce
de tus palabras falaces
y he tragado cada sorbo
sin saber que eran letales.
Me he deslumbrado en la noche
con el sol de tu mirada
de fuego tan abrasador
que mis pupilas quemaba.
He sentido la caricia
de tu piel mas ignoraba
que su tibieza escondía
aguda punta de daga.
Envenenado y ciego
y con la piel lacerada
daría por tus caricias,
tu mirada y tus palabras
lo que me resta de vida
y lo que me queda de alma.