Veo con creciente desazón
como se escapa el horizonte blanco
y va perdiendo América Latina su sudor
para que alguno siga acaparando.
Y veo al indio mirar tan resignado
como arrancan su piel al desterrarlo
y niños flacos jugando con la muerte
empuñando un fusil contra su hermano.
He visto, también, en el deshielo de los Andes
la sangre de chilenos revelados
y en los campos marrones del Perú
como gozan de carne los gusanos.
Es el centro de América un infierno
una herida mortal a la esperanza
con el hambre que se ríe a carcajadas
y los pobres que se inundan con su llanto.
Y nos siguen comiendo desde abajo
hacia arriba, del centro hacia el costado
desde todo el esfuerzo
hasta el cansancio.