“Recuerdos tardíos”
¿Cuántas veces me han dicho que todo estará bien…? ¿Cuántas veces he hablado conmigo mismo para sentir que al menos alguien no me ignora?
Alguna vez alguien escuchó llorar a mi reflejo bajo el agua, ¿por qué las lágrimas no se ahogan…?
Ayer soñé que no despertaban las pesadillas bajo mi cama… así veo flotar mis tristezas, entre delirios de tinta bebidos por la hoja.
¿A quién le importa que me lleve a otro lado mis escombros de llovizna…?
Quisiera saber cuánto sumergiré mis palmas húmedas… antes de dejarlas secas, ¿de qué sirve ocultar la ausencia que guardé en metáforas absurdas…?
Por más que intento volver a delirar el silencio sigue mudo… tus oídos ya no me dictan.
En tanto haya fugas de recuerdo en mi ventana… me arrastré en los estratos de la mente que aún exhalen aserrín cenizo.
Trataba de esconder una tormenta de cera, misma que se mofaba de mí… dibujando las tristezas que no dejaban de empañar mi rostro (esos caudales que se secan… pero que te ahogan por dentro)
Afuera el eco divide las mareas rotas… de miseria, tu recuerdo ya no quiere decirme nada… agrietando el aliento que parecía dormir en mis pestañas.
¿Cuando llegará el día… en que las lágrimas no resequen más mi tacto…?
Hago caminar mi sombra sobre el agua… pero hasta ahora me he dado cuenta que solo soy un charco empapado de ceguera.
Siento que tus pisadas sostenían los techos de mi pequeño infinito… de sueños rasgados, a la caricia que gotea de tus estelas… donde se empapa de su llanto la lluvia.
Si no deja de llover… ¿por qué mis ojos no se inundan…?
Creí que tu mirada había esculpido mis manos… entre la diafanía bajo la memoria emocional que dejaste en estas manos sordomudas.
En un atajo que no llegó… donde los pasos se consumen, en este instante… pienso que mi reflejo siempre estuvo perdido.
Hablo con los que no están, o están y no me miran… ellos tienen suerte de poder ignorarme, ¿dime... cómo puedo yo alejarme de mi propia respiración si me ahoga…?
Dibujo voces en los cristales rotos de tu mirada, ansiando el cansancio de las luciérnagas… para sostenerlas y dormirlas en mi solitaria habitación oscura.
Envuelvo la aurora gris con una manta… de que descocieron mis parpados somnolientos.
¿Cuántas letras he adherido al cielo para que se caigan…?