Escogeré alguna estrella
para creer en su destino.
Creeré que el tiempo es humo
y que nos sobran esperanzas,
que la vida es la canción
del músico más solitario,
que el cielo es rojo
y el sol sueña.
Creeré seguramente en los silencios
del roble y de los pájaros,
del abismo, el precipicio
y de los años.
Creeré una vez más en este cuerpo
que acarició algún viaje
entre palmeras y extranjeros,
entre libros,
y mi voz.
Decidiré creer en todas partes
que las casas son de nadie
y son de todos,
creeré también en los que rezan,
los que atesoran una foto
o un recuerdo,
los que no tienen nada,
los que lo tienen todo,
los que luchan,
los que no.
Creeré en la vida misma
y todos sus encuentros,
jugaré con el destino
y culparé a la estrella,
creeré en mi, en el cielo,
y en usted, señor
que me delata como un ciego
escuchando mis condenas
mientras pasan por el aire
y se resbalan en su fé.
Su fé, señor, que hoy
es mía también,
este trayecto,
este pequeño infierno,
este pequeño cielo
y su destino,
y sus olvidos,
los girasoles que lo cubren todo,
el sol en la ventana,
el mundo entero en doce horas
de creer.
Carlos Alcaraz
12/06/11