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Amor puse en los pájaros, en las
piedras, en el bosque y los espejos;
siempre estuvo intacto:
hasta que di con la mujer.
Noches quietas he tenido y tardes felices;
mañanas despreocupadas tuve yo;
hasta que di con la mujer.
Será preciso ser mezquino y amar
a cuenta gotas; con la lengua y los
huesos; darlo todo, que no sea el corazón.
Soledades he tenido, rebeldías sin sentido;
placer sólo hubo en mis manos; hasta
que di con la mujer.
Mundo tuve yo a mis pies y ausencia
de fantasías; había tiempo para todo, que
no fuera llorar. Hasta que llegaron los
tormentos y los celos: hasta que di con la mujer.