A veces en mis horas de recreo
me he tomado como norma
hacer algunas prácticas de boxeo
a ver si así, me mantengo en forma.
Suelto golpes con los guantes
y practico ejercicios de cintura;
a veces me sueltan contrincantes
y hago con ellos batallas duras.
Yo soy hombre que acepta retos
y como peso casi cien kilogramos,
sé que soy peso completo
y eso no hay manera de dudarlo.
En vista de mis sobradas condiciones
mi manager hizo la gran gestión,
y sin oír protestas ni razones
me dijo: si le ganas, serás campeón.
Un contrincante de gran altura
que duplicaba mi peso y mi tamaño
allí no vale fuerza ni bravura
porque yo mismo no me engaño.
como no me hizo mucha gracia
en vista del sobrado ventajismo
con mucho protocolo y diplomacia
preferí tenerlo como amigo.
Tal vez digan que Alejandro Díaz
es boxeador de poca monta,
que lo único que tiene es cobardía
porque huye del combate y no lo afronta.
Así que hoy confieso con hidalguía
que prefiero que me tilden de cobarde;
yo mejor sigo publicando poesías
para leer sus comentarios por la tarde.
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