Sergio Jacobo "el poeta irreverente"

UN DÍA COMO HOY

 

A mi Padre en su segundo aniversario luctuoso.

-Jorge Elías Jacobo Farah

 

  Hoy amaneció lloviendo, con ese chipi chipi  continuo.  Me incorporé de la cama un tanto atolondrado, con dolor de cabeza ¡pero cómo no! si unas horas antes había despertado serían las tres quince de la madrugada asimismo por la inconveniencia  y, creo que eso fue  me dieron ganas de orinar por lo mismo fui al baño en ese recorrido  prendí la tele (en cualquier canal esa es la ventaja de tener DISH). Busqué mi encendedor para encender un cigarrillo. Por lo mismo cuando me di cuenta ya eran cerca de las cuatro de la mañana, que difícil fue entonces volver a conciliar el sueño, sólo me repetía -Sergio no te vas a levantar- en fin después de varios intentos logré quedarme en brazos de morfeo  (no de un feo no confundan)  esta frase la decían mis abuelos cuando ya se lograba uno dormir.

 

 

  Pero que contrariedad la alarma de mi celular no puso atención del momento en que mis ojos se cerraron y sonó como siempre a las cinco de esta mañana lluviosa. Me volteé de súbito tomándolo de la mesita que tengo junto a mi tálamo, lo apagué  pensando para mis adentro  -sólo un ratito más-  jale mi cobija y me tapé. Además este maldito dolor de cabeza no cesaba, pero en fin, el tiempo fue cobrando vida pero no logró que me olvidara de mis obligaciones así  que me levanté como de rayo (que por cierto casi me caigo) mientras el programa del aparato de los bobos estaba como loco, nadie lo pelaba.Para  entonces ya se veía en mi reloj cuarto para las seis , aún estaba  en tiempo. Busqué mi ropa  (mientras pensaba en dos amigas que veré este sábado) la acomodé mientras me aproximaba al baño; por otro lado cambiaba la fecha al calendario que mi hijo Jaime me regaló un día del Padre cuando él cursaba los primeros años de su educación escolar. Son unos daditos que unos tienen los números, otro los días de la semana y el último los meses, por ello le puse  jueves 23 de junio, que por cierto es el día que juego dominó en casa de mi hermano  (todos los jueves es esto). He de decirles que es triste este día, sin embargo estoy tranquilo con la voluntad de Dios nunca me meto, esto sale a colación porque hoy es el segundo aniversario luctuoso de mi Padre. De mi Mamá mejor ni tocar el tema sé que para ella es una dolencia inmensa, para qué mencionarlo es mejor que respete su dolor.

 

 

  Pero retornando he de decirles que él está bien, sin las preocupaciones que lo agobiaban. Pero así es y hay que continuar la vida. Después de bañarme mientras me vestía, apagué la tele, lo más rápido que pude concluí de manera vertiginosa de arreglarme inclusive les confieso no me dio tiempo de rasurarme –en fin-  (no hago milagros no me veía tan mal) salí de mi aposento –frente a un altar que tengo en casa me santigüe y pedí por mis hijos sobre todo para que me fuera bien en este día-

 

  Siempre lo hago es una costumbre, no cabe duda que también los diablos creemos en Dios. Por cierto he de decirles –préstenme atención- que al abandonar ya mi hogar fue cuando me percaté de que llovía, no a cantaros pero era una llovizna continúa… por lo tanto regresé a buscar mi paraguas que como comprenderán (apreciado lector o lectora) Tenia idea de donde estaba pero no había ninguna seguridad ya que con aquellos calores de días pasados me asoleaba la duda, pero sí di con él pasados unos minutos. Salí de prisa ya que diario me voy para la oficina con un amigo que amablemente  -ya que vivimos en la misma colonia y laboramos los dos en Petróleos Mexicanos llevamos el mismo rumbo tanto de ida como de vuelta- les decía que amablemente me dijo que nos fuéramos juntos sin ningún problema. Y no crean que tomé ventaja de ello simplemente me así a su palabra por ello al ver que ya faltaban 10 minutos para las siete le marqué de mi celular -¡Bueno, bueno!- me respondió. Toño  -le inquirí-buenos día ya voy para allá no tardo.

 

 

  Fue entonces que di vuelta en su calle, le esperé todavía como unos cinco minutos a la vera de su coche. A sí, partimos, un tanto de tráfico inevitable por la hora.  No quiero alargarme más, además reconozco que no soy muy ducho para las narraciones, todo fue sucediendo, llegamos al susodicho a las siete veinte de la mañana, me despedí con la amenaza de verlo por la tarde.  Antes de llegar a mi oficina, me atranqué un rato en un puesto de tacos -siempre he dicho que primero hay que apaciguar el hambre que la obligación- Ya habiendo saciado mi apetito me encaminé a mi oficina.

 

 

¡Y aquí estoy! Todavía no sé que escribir por el momento.

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   23 de Junio del 2011