Allí donde con estrépito convergen
las bravas olas de mi mente,
allí donde la confusión hiriente
suplica perdón a la muerte,
allí donde amar no es suficiente,
donde mi alma ya no siente,
vi un espejo, sin haberlo visto realmente.
¿O no fue espejo y fue ilusión?
¿Y si fuera fuego y no razón?
Mas, ¿qué más da el contenido
de ese debate sin sentido?
¿Importa acaso el resultado
de un tema tan tratado?
¡Pues no! Piensa la mente,
¡Mas sí! Op ina el corazón.
¡Discusión de eterna confusión!
Y sin variar, sin conclusión
mañana volveremos a la misma situación.