Cattleya trianae

JAMÁS AMIGA, TAMPOCO ENEMIGA


 

No te odio, no te aprecio;

Jamás amiga, tampoco  enemiga

Dime   ¡Mujer!

¿Por qué me culpas de tus desolaciones?

¿Por qué  soy la causante de tu agonía?

¿Por qué le gritas al viento?

Me arrebataste  sus besos,  sus caricias,

¡Usurpaste  mi lugar!

 Aquel lugar que nunca te perteneció

¿Dios causó tu tristeza?  No lo sé

La distancia  tu peor enemiga tal vez

El Haberlo conocido como una fatalidad del destino. Lo dudo

Enamorarnos  y  casarnos.   ¡Inevitable!

  Inevitable  maravillarse con el ocaso de cada atardecer 

 Oír el silbido del viento en plena tempestad

 A  tu amor resignar, mi hogar desear

A él cautivar

Lo envolviste con tu llanto

Lo embrujaste con tu canto en  la oscuridad de la noche   

¡Lo raptaste!

 A tu cama lo llevaste

Con pasión  lo besaste

A tus brazos lo amarraste

Te convertiste  en su amante

 

¡Oh!   Sublime luna

Testigo fiel  de mis lágrimas

Testigo fiel de mi agonía

Mis días se tornaron sombríos

Mis noches  más frías y oscuras

Al descubrir   que  disfrutabas la exquisitez   de su cuerpo, 

De sus besos y  caricias

Dulce manjar  

De néctar y ambrosia

 

¡Mujer Amante!

¡Esposo Infiel!

A  ambos  perdoné

Y con mi vida continué

Él está conmigo

De mi lado jamás se fue

En mi pasado quedarás

Y  tu existir  no lastimará

Tu recuerdo nadie empañará

Pero por mí  su vida entera dará

Tú me envidiarás

Yo te ignoraré

Tú lo anhelarás

Él eternamente me amará

 Su  ausencia  sufrirás

El desespero te invadirá

La  tristeza  irrumpirá

Al  admitir  una vez más

Que  nunca  lograrás

Ocupar mi lugar.