En el muelle insistente del recuerdo
tus suplicantes ojos no han partido:
son un barco demorado hasta el fósil,
un ¡Ay! petrificado sin olivos,
un rugir de horas que pasan y espantan
nuestras olas -antigua mar sin tiempo-
cuando la lágrima era solo perla
y volaban por garzas los remos…
¡Ay!, en ignotos puertos perecieron
las vanas gaviotas de tu mirada,
volaron los pájaros de tu ensueño...
Y a este oleaje de rocas diluidas,
en el invierno de letal manzana
tu mirada desciende y petrifica…