FIDEL HERNANDEZ

Historia de O, Historia de amor

Desnuda te presentas;

sólo con una máscara de lechuza

cubriendo tu angelical cabeza…

Desnuda te presentas…

 

Tatuado llevas el amor en la piel

y a tu hombre se lo quieres ofrecer…

Una vara de bambú

fustiga tu desnuda carne

y el dolor se funde con el placer

en ese delirante instante.

 

Y tu boca, una rosa roja,

reclama unos labios ardientes

que apaguen la locura

de esta noche ardiente;

mas sólo encuentras

un viril pedazo de carne…

y vuelve la fusta a tu delicada piel

mientras tú lo lames.

 

Prometes ser la esclava perfecta

y en tu vulva encadenas

dos aros y una estrella

mujer resuelta en un místico placer

que ese acto conlleva.

Vuelve el placer al gemido

y pides con total sumisión

que tu cuerpo sea encadenado,

que tus manos sean atadas

a las dos frías columnas

de una blanca balaustrada

y que en tus ojos se ponga una venda

porque no deseas más luz alguna

que la de aquellas estrellas

que en tu interior se iluminan,

cuando hieren tu cuerpo

con ese amante látigo

que a tu espalda, una y otra vez,

se abraza y se separa,

te abraza y se separa,

se abraza y se separa…

 

Una luz angelical

ilumina tu cara…

Luego, casi exhausta,

reclamas nuevos azotes

para liberar a tu alma presa

en un cuerpo que ya no es tuyo

sino cuerpo de tu amo y señor

y de todo el que lo posea;

agridulce espera

con tu boca entreabierta

y tu mirada, en el suelo prisionera.

 

“O” te llamas:

O, de admiración;

O, de dolor;

O, de pasión;

O, de sumisión;

O, de completo amor

en entrega total

por el hombre que tanto y tanto amas.

 

Desnuda te me presentas:

túnica de tul,

máscara de lechuza…

orgullosa, sumisa

y profundamente enamorada…