Poco a poco se despojan
las montañas de occidente,
del blanco manto
que cubre sus caderas
y humedece sus vertientes.
A lo lejos se vislumbra
la luz en el poniente,
que pinta paisaje azul-celeste.
¡Se ha escondido ya la luna
entre nubes de espuma!
Y celosas las praderas
resguardan atrás del horizonte
a su gardenia de plata.
Y en este níveo cuadro
vuela un verso de asombro
que a mi alma encanta.