Vey

Cuando pasó mi tormenta

Tiré con furia a la pared
la copa de vino,
pensando que al romperse
en mil pedazos todo lo malo,

triste y opaco desaparecería.


Sin embargo,
como caudaloso río
recorriendo parajes,
iba manchando de rosa
la blanca pared.

 

 

Cual acuarela preciosa

fungió el vino
plasmando en ella sentimientos,
"arte en su más pura expresión".

 

 

No vale la pena 
estampar derrotas
en el lienzo de la vida
si no hemos aprendido de ellas.

 

 

Sequé el vino,
recogí los trozos de cristal
y nunca olvidaré
que hay manchas en
nuestra vida,
difíciles de borrar.

© Veyra C. Jackman Ojeda. Todos los derechos reservados