Embelesada por la suave bruma de tus caricias, me perdí en el tiempo
y confundida por el compás de tu respiración agitada, me hundí en un sueño.
Me transportaste al idilio hermoso del placer eterno y ya no puedo ni quiero volver,
pues tú eres hoy mi dueño.
Cuando posas tus besos ardientes con la tierna brisa que inspira el deseo, en este
cuerpo que te espera ansioso de sentirte dentro... no pienso... me pierdo... solo sé
que eres ese hombre que espero.
¡Eres volcán, eres llama viva, eres pasión, eres fuego, eres ... tantas cosas; que me
estoy muriendo por acariciarte, por mirar tus ojos, por tomar tus manos, por sentir tu
pecho, por besar tus besos, por hundirme toda entre tus deseos, por marcar cada uno
de tus pensamientos con la vida misma que nace de este fuego!
Y cuando me amas y te entregas todo, yo sé que estás más que nunca entre mis
adentros, pues no hay nada que se quede oculto entre dos amantes que se aman en
contra del tiempo...