Poco a poco se adentraba y el agua acariciaba su piel,
Sin un por qué, en la cintura se detuvo, los ojos cerró,
Y de la profundidad, a su vientre alcanzó un beso de miel.
El sol calentaba y su rostro hacia el cielo elevó,
Inmensidad azulada, fiel calor de endorfinas en riel,
En lo alto, en el interior y en cada centímetro que humedeció.