ALFREDO

CALLE 2

Ya no existe aquella lluvia
que me golpeaba las andanzas,
ni el sol tornasolado
iluminando las tardes coloradas.
Enrumbó la gente que despertaba en madrugadas,
cuyas sudorosas miradas,
desprendían suaves y tibias esperanzas.
Alejadas andan mis ideas
tomadas de la mano
con mis ayeres matutinos.
También se fueron los caminos
con sus torpes acrobacias.
Queda tan poco;
hasta mí casa quiere desprenderse
y viajar como un pájaro aliviado
que no se cansa nunca.
Las plantas y animales
ahora crecen
en las selvas y en las playas.
Las construcciones de cemento
corrieron como trenes
y
arrancaron de raíz
su vana procedencia.
Sólo quedo yo
y mis amigos
que siempre, me visitan.