Con la nostalgia del amor perdido,
errando en el desierto, peregrino;
buscándole a mis pies nuevo camino
y al corazón refrigerio, he venido.
Mi vida -he de decirlo- ha transcurrido
sin más que mal como circunvecino:
días y noches de vagar cansino
hirientes gajes de mi oficio han sido
y aunque, admitiéndolo, me late olvido
como receta para el buen destino
lo tal aquello intentar no he querido
pues no es olvido lo que busco sino
paz del recuerdo a pesar; más no pido
ni lo procuro ni me lo imagino.
Elmer Cortez