MARÍA DEL MAR

BENDITA LLUVIA

Torrencial mojabas,
mas, eras cálida en mis ojos,
sin molestar un ápice mis pasos.
Arriba, torrente,
en mi cuerpo un bálsamo
de agua cristalina.

Yo era ausente a su enojo...

Bifurcando calles.
Arrastrando despojos.

Y en mí purificando un alma...

Cortina rasgada
por el furioso Eolo

Seda en mis manos...

Yo venía de verle
y grabado traía en mi pecho
un “te quiero”
Sus besos ceñían
cada rincón de mi cuerpo
y, como siempre,
tras cada encuentro,
el cosía para mi
las nubes con azul terciopelo
que cobijaban mi aura,
hasta el próximo encuentro.

En mi, la lluvia, era miel...

Para los demás engorro molesto...