Ahora que la luz anuncia el estío
con su ciego resplandor,
¿cómo es posible que el Sol asome ufano su cara
sobre esta Tierra bañada en lágrimas
cuando la tuya,
tu preciosa cara,
con tanta tenacidad se oculta a mi mirada?
¿Cómo volver a estar juntos
cuando ya no eres lo que eras
ni lo serás
en tanto no sea yo
lo que tú has dejado de ser?
¿Cuántos años habré de vivir
y viviré
sin que tú ya no estés?
Muchos,
he de temer;
tantos,
que la cuenta perderé
de los días a tu lado que no han de volver
aislado en esta celda como estoy
y estaré,
aherrojado,
cautivo de mi pecado
como rey infame y destronado.
Inerme ante la Muerte,
prosternado,
el que fuera una vez tu caudillo
es ahora tu vasallo.
Las armas entregadas,
rendido el corazón,
agostado por una indecible pena,
asedia ya esta débil fortaleza
y llévate los despojos de la guerra
para hacer con ella tu blasón.
Amordazada la esperanza,
cercenada la ilusión,
cortado de un tajo el corazón,
nada bueno puede brotar ya
de allí donde antes había tanto amor;
sólo sangre, fuego y destrucción.
Todo parece haber perdido el sentido
desde que ya no te tengo conmigo.
© 'Te quiero, no lo olvides. Poemas para Psyche', Óscar Bartolomé Poy. Todos los derechos reservados.