Desasosiego y llanto en poco menos
de un lapso efímero de tiempo al irse
del cual pudiera sin mentir decirse
que tuvo a los minutos por ajenos.
Segundos suelen ser tan bien amenos
como harto amargos al sobrevenirse
dando lugar a que el arrepentirse
se contraponga a los instantes buenos
y en escaseando los tiempos serenos
falta una mano de la cual asirse
para emigrar a fecundos terrenos:
ya sólo quedan para concebirse
asignaciones de penares plenos,
su llanto a mares... pero no el morirse.