El dulce del amor
Me gustó navegar en sus pupilas,
encontré una luz alegre,
esa luz que logra iluminar los días.
Tan sólo unos momentos
me acaricio su alma,
dando sosiego al alma mía,
con sus cálidas palabras.
Descubrí en la alegría de su sonrisa,
la magía de la dicha y de la vida
Y con el fulgor de su mirada,
despertó en mí…
el recuerdo que se siente
al ser amada.
Ahora ya no importa,
si no tengo esa dicha vespertina,
si sus ojos ya no me acarician,
Si no hay palabras que me animen,
Si no escucho la alegría de su risa,
Si ya no veo esa luz
Y no me besa su brisa matutina,
que un día se marchó tan repentina.
Sólo sé, que si se ha marchado de mis días,
¡ me ha quedado la dicha!
de recordar la magía del amor.
Aprendiendo que…
el amor se apaga y se esfuma
como las golondrinas
huyendo en la sequias.
¡Es tan efímero como la vida misma!
pero tan dulce como el confite
entre la boca de un chiquillo,
que se derrite saboreando el dulce néctar
Y se aflige cuando pasa su dulzura
Quedando en la memoria…
Y en la boca,
el dulce sabor de sus recuerdos,
¡A veces son tan tristes y lastimeros!
Y otros…como un dulce vaivén
de nuestros bellos sueños
que nunca morirán,
porque queda como hoguera encendida
en nuestros pensamientos.
Prudencia Ortiz Arenas