Diaz Valero Alejandro José

La llorona

Su vida era tan dura

que las lágrimas ni le brotaban

aunque un torrente de penas

le partieran en dos el alma.

Insensible ante el dolor

sus ojos jamás lloraban

como si un caudal de lágrimas

antes de salir se congelaran…

Ella sufrió el abandono

del hombre que más amaba,

el que por irse con otra

con su hijo la dejara,

y ella sola para todo

trabajaba y trabajaba

y convertida en padre y madre

a su hijo levantaba.

Después de algunos años

mientras la vida pasaba,

ella volvió a enamorarse

y otra vez esperanzada

le ofreció el corazón a otro

que un nuevo amor le mostraba,

con él vivió ilusiones

de mujer enamorada

y vio la felicidad de cerca

tal como lo soñaba,

y apenas era feliz

y sonreía su cara

nuevamente la desgracia

hasta su vida llegaba;

pues una tarde calurosa

su compañero la abandonaba

cuando un infarto fulminante

el aliento le arrancara

y la muerte despiadada

se llevaba su alegría

y en su dolor la dejaba,

pero su vida tan dura

estaba ya acostumbrada

y ni una sola lágrima

de sus ojos le brotaban…

Y siguió sola el camino

como en épocas pasadas

tragándose su dolor

con el alma destrozada;

sus ojos estaban secos

como riachuelo sin agua

y su mirada tan dura

que cuando mira desgarra

y dan siempre la impresión

de que no sufren por nada.

Pero una noche cualquiera

de un alegre fin de semana

donde el furor de las fiestas

entre gritos de parranda

vuelve a llegar la desgracia

que a su vida se consagra

cuando el parte policial

a ella notificara

que habían matado a su hijo

cuando en la fiesta bailaba

cuyo único pecado

fue que su alma enamorada

puso su amor y esperanza

en una mujer casada

pero un marido celoso

al verlos  juntos bailando

a los dos apuñalara.

Y fue esa triste tragedia

la que su alma doblegara

cuando sus incontenibles lágrimas

de sus dos ojos brotara

y mientras mas llanto vertían

el dolor más se agrandaba

y dejaba escapar sus lágrimas

que en tantos años guardara

porque la muerte de un hijo

es difícil superarla

y por fuerte que sea la madre

ha de quedar derrumbada

con un dolor infinito

de una tristeza que vaga

y le da cabida al llanto

y enmudecen sus palabras

y va mojando sus ojos

esos que nunca lloraban

por que la muerte de un hijo

no es fácil asimilarla

por eso ahora en el pueblo

de manera descarada

llaman ahora “llorona”

a la que nunca lloraba.

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